Cahuel. Mi viaje con el delfín chileno

Cahuel. Mi viaje con el delfín chileno

Cahuel es el nuevo título de nuestra colección Cuadernos de Naturaleza. En él se relata la historia de la bióloga marina Carla Christie y acercamiento al delfín chileno. A continuación compartimos las primeras páginas de este zambullido a los mares del sur:

Nacimiento

Febrero de 2003, navegábamos alrededor de Coldita, una de las tres islas que se encuentran frente a la bahía de Quellón en Chiloé. La brisa marina soplaba suavemente, era un día de mar calmo, con buenas condiciones de viento, perfecto para movernos a una velocidad de diez nudos, la adecuada para avanzar y poder detectarlos. Con el bote íbamos haciendo transectos paralelos a la costa, para tener una mayor probabilidad de avistamiento. 

Dentro del bote ordenábamos nuestra “formación de terreno”: la conductora mirando al frente, para evitar rocas, algas o cuerdas sueltas que se puedan enredan en la hélice; dos observadoras, una a cada lado, para cubrir con la mirada 90 grados desde la proa y de esta forma barrer con la mirada 180 grados.

Íbamos desde la bahía de Yaldad, un lugar reconocido por ser una fuente natural de semillas y cultivos de choritos, y fue justo antes de entrar al canal cuando nos encontramos con un grupo de delfines. Un dedo apuntó y rápidamente marcamos el ángulo para no perderlos. Eran cuatro individuos. Disminuimos la velocidad, y extrañamente ellos se mantuvieron en el mismo sitio. Al acercarnos, percibimos que uno de ellos era muy pequeñito: un recién nacido, de piel oscura y arrugada, que respiraba con rapidez (el soplo sólo se puede escuchar cuando estás muy cerca). Apenas nadaba, los adultos lo rodeaban y el pequeño flotaba tambaleándose de un lado a otro como un corcho. Guardamos silencio, y dejamos el motor en neutro para emitir el menor ruido posible. Sonja, la directora de la investigación, sacó muchas fotos para registrarlo y también para identificar cuál de ellos eran la madre y los adultos que lo acompañaban. 

Fue un momento único, emocionante, de esos que te dejan la piel erizada y que después de tantos años no he podido olvidar. Estuvimos con la manada sólo un par de minutos para luego alejarnos lentamente; digerimos el instante y luego registramos los datos del avistamiento, habíamos presenciado los primeros minutos de vida de un delfín chileno, al que llamamos “Corchito”. 

Es muy probable que Corchito y su madre hayan pasado varios años juntos en el mismo grupo. En los primeros años de vida establecen un vínculo muy estrecho con sus pares, y se puede llegar a ver a las crías nadando de forma sincronizada, junto a sus madres. 

Sobre la relación maternal, específicamente de delfín chileno, se sabe muy poco, pero para otras especies se han registrado vínculos cercanos que pueden durar hasta nueve años. Al igual que nosotros, tienen sólo una cría viva que nace después de once a doce meses de gestación, no obstante, lo hacen al revés de los seres humanos, con la cola primero en vez de la cabeza. 

Al nacer bajo el agua, lo primero que hacen es tratar de mover la cola para nadar y luego salir a la superficie para respirar. Lo que nosotros vimos ese día en Coldita fue un grupo de adultos apoyando y protegiendo a una madre en el parto, un hecho que ninguno de los miembros del equipo ha vuelto a presenciar.

 Los delfines son de los pocos animales que asisten a otros de sus integrantes. Desarrollan un comportamiento innato llamado “conducta epimelética”, que consiste en que un individuo sano protege o ayuda a otro individuo herido o enfermo. Éste es originalmente un comportamiento materno, demostrado por las hembras que cuidan a sus crías en las primeras etapas. Como todo cetáceo, luego de dar a luz, la madre lleva a su criatura a la superficie para que pueda respirar por primera vez. Esa es la instancia más crucial en que el adulto siente este instinto, pero esta conducta no es exclusiva de las hembras, sino que es intrínseca a todos los delfines, y es por esta razón que los acompañantes del parto que presenciamos, podrían haber asistido a Corchito en caso de que él o su madre hubiesen tenido problemas para flotar. 

Este comportamiento de cuidar o de levantar a otros, se ha registrado en muchas ocasiones, especialmente en el delfín nariz de botella (Tursiops truncatus), popular en series de televisión y películas, de los cuales existen registros de hembras cargando a una cría muerta, propia o de otra madre. En cautiverio, se han registrado también a individuos ayudando a enfermos o heridos, empujando su cabeza hacia la superficie, para que puedan respirar 

Los delfines viven en un hábitat hostil. Sin embargo y gracias a su capacidad de socialización, pueden hacer frente de manera conjunta a un ataque de un depredador, habitualmente tiburones y orcas, cooperando y brindándose asistencia mutua. Este comportamiento ha dado qué hablar a lo largo de la historia. Muchas leyendas de la Polinesia, desde Australia hasta Rapa Nui, narran estos encuentros de salvataje entre delfines y náufrago. En las últimas décadas, los seres humanos han sacado provecho de este comportamiento social con fines de entretenimiento, adiestrandolos en acuarios para levantar y lanzar pelotas con el hocico o encumbrar a sus entrenadores por los aires. 

Corchito con el paso del tiempo mudó su piel, volviéndose más suave y tersa. La textura que notamos al principio, arrugada como un acordeón, se debía al que pasó creciendo en el útero, sin embargo estos pequeños pliegues se estiran inmediatamente al nacer y tomar contacto con el agua, dejando algunas estrías circulares alrededor del cuerpo, que permiten diferenciar un individuo de otro. Al desarrollarse pierden estas marcas fetales y su coloración se vuelve de un gris amarillento. La época donde se observan más crías de delfines en Chile es entre diciembre y marzo, período en el que me topé con otro ejemplar; “Repollito»  quien siendo muy joven, aún tenía la piel arrugada.

Cahuel o Delfín Chileno (Cephalorynchus eutropia).
1. Aleta dorsal baja y redondeada. 2. Presencia de manchas blancas en el viente.

Si te gustó y quieres conocer más acerca de la historia natural de esta especie y la crónica de Carla Christie, puedes adquirir el libro en el siguiente enlace

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